domingo. 08.09.2024

Poco podía imaginar el Barón de Coubertein que su romántico sueño de rescatar los Juegos Olímpicos como un movimiento que confraternizara a los hombres de todo el planeta alcanzaría la dimensión que tiene en la actualidad. Cien años después, su París será sede de unos Juegos Olímpicos. Una celebración que, siendo un honor para el país que lo acoge, sin embargo puede convertirse en un caramelo envenenado. No son pocas las ocasiones en que tras el fuego olímpico han venido años de zozobra. Repasamos, a continuación, algunos casos

Berlín 36. Tambores de guerra

A pesar de que eventos como los Mundiales de Fútbol o los Juegos Olímpicos eran todavía amateurs, no les faltó razón a Mussolini o Adolf Hitler al vislumbrar estos como potentes plataformas de difusión de sus patéticos y peligrosos mensajes. Hitler -feo, bajo, con bigote- tiró la casa por la ventana en la organización de unos juegos en los que la supremacia aria debía quedar clara. Para aquello, incluso, incorporó a Leni Reifesntahl: una prestigiosa cineasta que debía crear, para la prosperidad, una cinta que reflejase los logros de la Alemania aria. Logros que quedaron en nada cuando un negro de Alabama, Jesse Owens, pulverizó un récord detrás de otro delante de Hitler. No sabemos si es cierto que se marchó antes del Estadio Olímpico para evitar condecorar a un hombre de piel negra. Lo que si sabemos, por desgracia, es que tres años después mandó a su Ejército entrar en Polonia. Y el resto de la historia...

Munich 72. Muerte en los juegos

El mundo tiene, desde hace ya más tiempo del que deberíamos soportar, una herida lacerante en el conflicto entre Israel y Palestina. Un problema de difícil solución y de grandes momentos de dolor. Si alguna vez estuvieron a punto de suspenderse los Juegos fue, precisamente, en la segunda intentona alemana. Un comando palestino, Septiembre Negro, entra en la Villa Olímpica de Munich 72 para secuestrar primero y matar después a nueve deportistas israelíes. Probablemente, el peor momento de la historia olímpica.

Un terrorista, en la villa olímpica de Munich
Un terrorista, en la villa olímpica de Munich

Moscú 80. El Telón de Acero comienza a resquebrajarse

Winston Churchill advertía, al concluir la II Guerra Mundial, de que un gigantesco telón de acero se había extendido al Este de Europa. Al premier británico, como cuando quince años antes había advertido del problema de los nazis, le esperaron bromas en el momento por parte de quienes acabarían por darle la razón. Aquel telón comenzó a resquebrajarse en unos Juegos, los de Moscú 80, celebrados con toda la parafernalia de las grandes potencias comunistas de la época. Pero mientras el osito Misha lucía por la tele, el ejército soviético colapsaba en Afganistán. Cuatro años más tarde, otro país comunista -Yugoslavia- albergaba los Juegos de Invierno de 1984, en Sarajevo. Al cambio de década, ninguno de los dos países existía y el Muro de Berlín había caído arrastrando, consigo, al telón que tanto miedo dio a Churchill

Inauguración de Moscu 80
Inauguración de Moscu 80

Barcelona 92. La dura resaca

Pocas veces, como hace treinta y dos años,, España se lució tanto y con tanto orgullo ante el mundo. 'The Year of Spain', titulaba el Time al concluir aquel 1992 de Juegos en Barcelona o Exposiciones Universales en Sevilla. España estaba de moda: a los 22 metales logrados en la capital catalana, se unían el doblete Giro-Tour de Miguel Induráin o fenómenos culturales como Plácido Domingo, Josep Carreras, Judith Mascó, Mecano, Pedro Almodóvar o Antonio Banderas. Pero si bonito fue el sueño, horrendo fue un despertar que nos dejó por primera vez 3.000.000 de parados, a ministros o ex altos cargos presos por asesinato o robo y un ex director general de la Guardia Civil huyendo con dinero de los fondos reservados. En los años posteriores, entendimos a golpe de desengaño por qué el nuestro era el país del mundo "donde la gente se hace millonaria con más facilidad", como presumía el ex ministro Carlos Solchaga...

Antonio Rebollo enciende el pebetero olímpico en Montjuic
Antonio Rebollo enciende el pebetero olímpico en Montjuic

Atenas 2004. Tragedia griega
Grecia había intentado lograr los juegos del Centenario, pero sorpresivamente Atlanta -sede mundial de cierta empresa de refrescos- se impuso. Pero los griegos continuaron, hasta imponerse a Sevilla, Ciudad El Cabo, Buenos Aires o Roma para los Juegos de 2004. Unos juegos que desbordaron su capacidad como país. Seis años después, se había producido la intervención de Grecia por parte de la Unión Europea y un perro, Lukanikos, se convirtió en una suerte de héroe popular por situarse siempre al frente de las protestas contra los recortes.

Lukanikos: el perro 'anarquista' que siempre ladraba a la Policía griega
Lukanikos: el perro 'anarquista' que siempre ladraba a la Policía griega

Río 16. Un gigante con pies de barro

Hace ocho años, se celebraban los Juegos Olímpicos en una de las ciudades más hermosas del mundo: Río de Janeiro. Por primera vez, además, la llama sagrada viajaba a Sudamérica y Brasil organizaba Mundial y Juegos consecutivamente. Pero las cosas no fueron, necesariamente, bien para los brasileños. En aquellos años, se alternaron en la Presidencia del país Lula Da Silva, Dilma Rousseff y Michel Teler. Los tres acabaron detenidos por corrupción. El último sufrió, además, con el abucheo en Maracaná una tremenda humillación.

Michel Temer, presidente interino de Brasil, abucheado en el momento de inaugurar los Juegos
Michel Temer, presidente interino de Brasil, abucheado en el momento de inaugurar los Juegos

Tokio 2020: de pandemias y magnicidios

Tokio arrebató a Estambul y Madrid la posibilidad de ser sede Olímpica para los Juegos de 2020 gracias, entre otras cosas, a la serenidad mostrada por un hombre al defender la candidatura nipona: Shinzo Abe. Este, que no dudó en disfrazarse de Super Mario para recoger la bandera olímpica en Río, nunca pudo imaginar que aquellos Juegos por los que tanto luchó se celebrarían doce meses más tarde y con las gradas vacías por culpa de una pandemia. Abe moriría un año después, asesinado por un ex militar durante un acto de partido.

Shinzo Abe se quita el traje de Mario Bros en Maracaná
Shinzo Abe se quita el traje de Mario Bros en Maracaná

La maldición olímpica