lunes. 16.09.2024
DIEZ HISTORIAS DE DEPORTE Y VIDA-5

Si te dicen que caí...

2020 será un año especial para los aficionados al deporte, con dos eventos largamente esperados: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y la Eurocopa de Naciones. Sin embargo, el deporte va mucho más allá de récords, derrotas históricas o marcas inalcanzables. En ocasiones, hay un trasfondo político o social que invita a verlo con una mirada más amplia que la del simple aficionado. Es por ello que Ceuta Televisión, en estos días navideños, les va a ofrecer diez historias de deporte... y vida

De todas las hazañas que los Juegos Olímpicos nos han dejado desde su reinstauración en 1896, pocas han trascendido tanto a generaciones posteriores como las de aquel verano berlinés de 1936. Jesse Owens, un negro de Alabama, se convertía en el gran héroe americano al humillar a los atletas arios en presencia del mismísimo Adolf Hitler en el Estadio Olímpico. La generación de hombres altos, fuertes y rubios con la que soñaba el Fuhrer -en nada parecido, por cierto, a sus propios estándares de raza aria- claudicaba ante la velocidad de un hombre de piel negra que fue capaz de ganar delante del gran enemigo de su país cuatro medallas de oro.

 

Hasta ahí, la historia es más o menos conocida. La hazaña de Owens ha generado literatura, cine y reportajes para regalar. Pero como en todas las películas, siempre hay un secundario. Y en esta ocasión lo hubo. De lujo. Porque nunca se sabrá si lo que más le dolió a Hitler fue la colección de medallas de Owens o la amistosa relación con uno de los grandes campeones de la Alemania nazi: Lutz Long.

Este es considerado como uno de los grandes paradigmas de la deportividad. Le explicó al norteamericano unos trucos antes de la final de salto de longitud, en la que el alemán era el gran favorito. Tan avezado fue el alumno que, aplicando la lección, venció al maestro minutos después. Lejos de sentirse frustrado, Long saludó deportivamente a Owens.

 

Aquellos dos hombres nunca volverían a verse, pero si mantuvieron una relación epistolar, una amistad por carta. Owens recibió una en 1944. Era de su viejo amigo, que luchaba en el frente italiano durante la II Guerra Mundial y que le expresaba sus temores no solo por la posibilidad de morir, sino por el destino que correrían su mujer e hijos. Le preocupaba, especialmente, el pequeño Karl, al que apenas había conocido ya que en el momento de escribir la carta tenía apenaas tres meses de vida. Esa carta la recibió Owens doce meses tarde. El tiempo que hacía que su viejo amigo y rival había muerto en el frente.

El atleta norteamericano cumplió, finalizada la guerra, el encargo que contenía la misiva: viajar a Alemania, conocer a la familia de Long y al pequeño Karl. Tal fue el grado de amistad entre Owens y los Long que el hombre de Alabama fue el padrino de bodas de ese niño al que su padre no pudo conocer. Owens murió en 1980, confesando que aquel corredor alemán le había tratado mejor que muchos de sus compatriotas estadounidenses, a algunos de los cuales el color de la piel le habia importado infinitamente más que al estandarte de la supuesta superioridad aria.

 

PROXIMAMENTE: El Rey elefante

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