Se puede ser ateo o creyente, y creyente en cualquiera de las religiones que podamos enumerar. Pero hay algo que va más allá del nivel de fe de cada persona: la belleza que algunas obras tributadas a la advocación religiosa que fuere ha dejado al mundo. Es la Sagrada Familia que se alza en el corazón de Barcelona, como es Santa Sofía en Estambul o el Taj Mahal en Agra. Es el Vaticano o la Gran Sinagoga de Budapest; es 'La creación del hombre' o tantas pinturas sufíes.
Quedémonos con esto último. Porque el sufismo centra la exposición que sirve como envoltorio perfecto a unas jornadas que se están celebrando en la Antigua Estación del Ferrocarril. La exposición, a cargo de la artista Nuran Öner, incluye cuadros realizados en el mismo lugar.
Uno de los asistentes es Kenan Oral, perteneciente a la Embajada de Turquía en España, que reflexiona sobre el sufismo. "Es una manera de simbolizar el amor de Dios, hacia los hombres y de estos entre si", dice en un correcto castellano, hablando también sobre la convivencia entre las tres religiones monoteistas del mundo.
También asiste el conocido teólogo Juan José Tamayo. Este habla sobre las similitudes entre todas las religiones a la hora de buscar la belleza como homenajear a Dios. "Y hay habido algunas personas que han sufrido una inmensa persecución por parte de los más intransigentes de cada religión con sus homenajes a Dios". Menciona, por ejemplo, a Juan De la Cruz en el caso de los cristianos.
Tener a Tamayo delante obliga a preguntar su visión sobre lo que ocurre en el otro extremo del Mediterráneo. "Es una cuestión de colonianismo continuado por parte de Israel contra los palestinos. Además, con una doble vertiente en lo religioso: es la tierra prometida y somos el pueblo elegido". Tamayo lamenta, atención, "que los pueblos árabes y musulmanes no hayan sido capaces de plantear una resistencia mayor a Israel". Sin embargo, elude la cuestión cuando se le repregunta que tipo de resistencia. "No soy diplomático ni militar", dice entre risas.