jueves. 19.09.2024
VERANO

Los nuevos exploradores del fondo marino se preparan para su “bautizo”

Alejandro Melgar, junto al equipo de monitores de Burbujas, es un joven que guía este programa organizado por el ICD,  que transforma a niños desde los ocho años en auténticos buceadores. Durante dos semanas, estos jóvenes se sumergen en el mundo submarino, aprendiendo no solo a respirar bajo el agua, sino a convivir con la inmensidad del océano, en un viaje que podría cambiar sus vidas para siempre.

Curso de buceo del ICD con Burbujas / Daniel Hernández
Curso de buceo del ICD con Burbujas / Daniel Hernández


Alejandro Melgar no es solo un monitor de buceo; es un guía hacia un mundo donde la gravedad pierde su fuerza y el silencio se convierte en el lenguaje dominante. En el centro de buceo Burbujas, Alejandro y sus compañeros -Alberto, Montse, Tami y Javi- reciben a pequeños exploradores que, a partir de los ocho años, llegan con la misma ilusión que un astronauta antes de su primera misión espacial. Aquí, en Ceuta, no se necesita una nave para salir de este mundo, solo un regulador, un tanque de aire y la valentía de sumergirse en lo desconocido.

 

Los cursos de buceo que el centro de buceo 'Burbujas' organiza para el Instituto Ceutí de Deportes, están diseñados para transformar a estos niños en buceadores certificados. “Comenzamos con lo que llamamos el bautizo de buceo”, explica Alejandro, y aunque el nombre suena solemne, la experiencia es puramente sensorial. Es la primera vez que estos niños sienten cómo es respirar bajo el agua, cómo el sonido se distorsiona, cómo el mundo se convierte en un lugar de susurros y burbujas que suben lentamente hacia la luz de la superficie.

Curso de buceo del ICD con Burbujas / Daniel Hernández
Curso de buceo del ICD con Burbujas / Daniel Hernández

Para aquellos que deciden que el mar es su destino, el siguiente paso es el curso de Open Water Junior. Aquí, la teoría se entrelaza con la práctica en un proceso meticuloso. Los niños primero aprenden en aguas confinadas, donde simulan situaciones que podrían enfrentar en inmersiones reales. "Hoy, por ejemplo, vamos a practicar el salto al agua desde el barco, pero sin el equipo", comenta Alejandro mientras prepara a los jóvenes para su próxima aventura. Es un ensayo de lo que vendrá, un paso más en su transformación de simples mortales a habitantes temporales de un mundo azul y misterioso.

En dos semanas, los niños adquieren las habilidades básicas necesarias para explorar el mar con confianza. “No te conviertes en un buceador completo en tan poco tiempo, pero sientas las bases”, asegura Alejandro. Muchos de estos jóvenes se sienten tan atraídos por el océano que continúan buceando durante los fines de semana, perfeccionando sus habilidades hasta que el mar se convierte en su segundo hogar.

El curso que ofrecen en el centro de buceo no es solo una experiencia, es una puerta de entrada a un mundo sin fronteras, donde la profundidad es solo un número y la inmensidad un desafío a superar. Con el Open Water Junior, los niños pueden bucear hasta 12 metros de profundidad en cualquier parte del mundo, siempre y cuando sea un sitio acreditado por PADI, la certificadora con la que trabaja el centro.

Para aquellos que deciden seguir adelante, el camino no termina aquí. Alejandro explica que hay niveles avanzados, donde la profundidad aumenta y las habilidades se afinan. “Puedes llegar a convertirte en un buceador profesional si lo deseas”, dice con una sonrisa que delata el orgullo de ver a sus alumnos avanzar.

El verano es solo el comienzo. Estos cursos, que se imparten desde julio hasta septiembre, son la puerta de entrada para un grupo cada vez más grande de jóvenes buceadores. Aquellos que desean seguir buceando durante el año pueden unirse al club de buceo, donde las aventuras submarinas continúan cada fin de semana.

Y si un adulto, o alguien un poco mayor, quiere iniciarse en el buceo, el camino es el mismo: el bautizo. “Es donde la gente decide si el buceo es lo suyo o no”, dice Alejandro. Y aunque el término “bautizo” pueda sonar religioso, no hay necesidad de preocuparse. Aquí, la única fe necesaria es la fe en uno mismo y en el equipo que te acompaña bajo el agua.

En las profundidades, donde el tiempo parece detenerse, estos niños descubren un nuevo mundo. Un mundo donde ellos son los protagonistas, y el océano, su escenario. Con cada inmersión, con cada burbuja que sube a la superficie, se forjan nuevos buceadores, listos para explorar los misterios del azul eterno.

Los nuevos exploradores del fondo marino se preparan para su “bautizo”