Si en algo podemos estar de acuerdo todos los que recordamos aquella jornada del 6 de febrero de 2014, es que tétricamente se cumplió el principio de Peter: todo lo que pudo salir mal, lo hizo. El resultado, con independencia de la opinión que cada cual guarde de la gestión de aquella entrada masiva, no puede ser más luctuoso. Catorce o quince -según la fuente- muertes en aquella mañana; catorce o quince heridas que difícilmente cicatrizarán.
Ya se ha convertido casi en una tradición que, desde aquel mismo año, la distancia entre algún punto de la ciudad y El Tarajal, el mismo espigón donde se produjeron los hechos, se celebre una manifestación con asistentes de varios puntos del territorio nacional. Ha sido, pese a lo simbólico del décimo aniversario, el año con menos participación. Doscientas personas según fuentes policiales; algo menos de trescientos según los organizadores.
No ha habido problemas. Las consignas, las de siempre: "Ahí enfrente muere gente", señalando a la frontera. "Marlaska, canalla, ¡ salta tu la valla!", "Papeles para todos" o "ningún ser humano es ilegal". Este año, el hecho diferencial ha estado en la salida: por primera vez ha salido desde la Plaza de los Reyes, desde la Delegación del Gobierno. Ahí se ha leído un pequeño manifiesto por parte de Sami Ladi, de la Asociación Elín señalando que "desde el punto de vista moral, Europa es indefendible".
Se realizaron pequeñas paradas en la Plaza de la Constitución, Chorrillo y Almadraba para recordar a las personas fallecidas, antes de llegar a El Tarajal. Como siempre, velas por cada uno de los fallecidos en aquel momento, incluyendo "a aquel compañero que no pudimos identificar". Y un manifiesto leído en árabe, francés y castellano en el que se señala que "a pesar de las denuncias, las autoridades no han investigado estos hechos suficientemente, no se han depurado responsabilidades y el caso se ha cerrado dejando a las familias sin respuestas y sin justicia".
Después de todo este tiempo, "este sistema racista y sus políticas migratorias siguen negando el derecho a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no-repetición. Todavía hoy, las familias de las víctimas siguen sin conocer la verdad, sin ser reparadas, reconocidas y sin poder despedir a sus seres queridos con dignidad. Las fronteras siguen siendo espacios de no derecho y de muerte, y siguen sin existir vías legales y seguras que eviten tragedias como esta", lamentando que el pasado año "se produjeron 6.600 muertes" en el Mediterráneo.
Los manifestantes seguirán "luchando tantas décadas como sean necesarias para que las vidas negras y las vidas migrantes sean respetadas y dignificadas. Seguiremos reuniéndonos y alzando la voz por todas las víctimas de las fronteras. Seguiremos pidiendo justicia y verdad para ellas y sus familias", dijeron.