miércoles. 18.09.2024

Si usted recuerda ver un partido de fútbol el 27 de junio de 1984, dos cosas. La primera: ya está en edad de ir cuidando el colesterol. La segunda: ese partido es el Francia-España en el Parque de los Principes. Es la final de la Eurocopa de aquel año, en la que el mejor jugador europeo de esa época -su etapa como directivo no puede tapar al extraordinario futbolista que fue- batió al mejor portero de entonces. Un lanzamiento de Michel Platini que se cuela por debajo de las piernas de Luis Miguel Arconada. Minutos después, Bellone ajusticiaría a Arconada y Francia lograba el primer título de su historia.

Durante cuarenta años, aquel partido ha quedado como un canto a la melancolía, como una herida de esas que no acaban nunca de supurar. "Qué cerca estuvimos hasta el gol de Platini", nos hemos repetido durante décadas los niños que veíamos como, Mundial tras Mundial y Eurocopa tras Eurocopa, nos veníamos para casa en cuartos de final o antes. Hasta que a un genio como Luis Aragonés se le ocurrió poner a los más pequeñitos en el centro del campo a tocar la pelota, a ver qué salía de ahí. Fue en 2008. El resto, es historia.

Pocas de las bestias horrendas de las pesadillas españolas quedaban en pie. En los últimos años,no sólo títulos:  hemos visto a la Selección ganar al anfitrión en un torneo, hemos visto como los nuestros ganaban a Italia después de más de un siglo y convertían en simple recuerdo aquel atraco de Sandor Puhl o como superábamos a Francia en partido oficial. Pero quedaba una asignatura pendiente. Para reconciliarnos con aquella España que se ahogó a orillas del Sena en un viaje que comenzaba meses antes a orillas del Guadalquivir con el mítico 12-1 a Malta.

Hoy ha sido el Dia D, la Hora H. España gana a Francia, en una final y en el Parque de los Príncipes. Y no ha sido fácil: Francia, su público y un árbitro, el brasileño Abbati Abel, fou de musique. Si estos penaltis, como el que permitió a los galos, se pitasen siempre, los tanteos del fútbol serían de balonmano. Ojo: la cuasi remontada gala no solo hay que atribuirsela a un árbitro que señalaba el punto de pena máxima con la mirada del que no tiene la conciencia tranquila. España perdonó, y mucho, tras una remontada que puso el país en pie. Un error de Arnau Tenas -bajito, pero felino- adelantó a Francia. Pero luego el mejor jugador de este torneo entró en acción. Mi Huelva tiene una ría, cantaba el pasodoble. Ría de Decanato y en Huelva nació un jugador cuya superioridad en este trofeo sobre todos los demás recuerda al Maradona de hace casi cuatro décadas. Se llama Fermín López y, si las lesiones le respetan, tenemos jugador para rato. En la línea del mejor Steven Gerrard.

Aimar Orotz no es sólo un delgadito genio que sale de la lámpara de Tajonar; aporta trabajo y choque. Juan Miranda es un bendito quebradero de cabeza para Luis De la Fuente y la alternativa clara para Grimaldo y Cucurella en la absoluta. Marc Pubill o Juanlu ocuparán el hueco que Jesús ''Leyenda' Navas deja en el lateral derecho de la absoluta y Cubarsí confirma que las expectativas puestas en el no son balldías.

Y al final, tras que una Francia fiel a sus principios -físico, balones verticales y algo de calidad- empatase, Sergio Camello silenció a París. El ex del Atlético marcó un gol propio de barrio, de ratoneo, de picardía. Una cucharita, que recordó al mejor Raúl González Blanco, para que De la Fuente empiece a tener algo más claro el sustitiuto de los veteranos Morata y Joselu en la absoluta. Al final, medalla de oro. Sufrimiento, épica, Arnau Tenas, que jugaba en su estadio, haciéndose gigante a cada acometida de Les Bleus. Y en las postrimerías, otra Camellada para poner un histórico 3-5

Hoy, lágrimas de alegría. Las de los jiugadores, las de un Santi Denia que hace cuatro años lloraba de impotencia la muerte de su padre, una de las primeras víctimas mortales en nuestro país de la pandemia que paró el mundo. Hoy, 28 años después de la machada de los Estiarte, Rollán y García Aguado, un equipo español se cuelga la medalla de oro en unos Juegos Olímpicos.

9 de agosto de 2024. El día en que cayó, al fin, el Parque de los Principes. El día en que España vengó a Arconada.


 

España venga a Arconada y cierra su herida más dolorosa cuarenta años después