Tras años de resultados históricos -en lo negativo, como aquel traumático 10-0 en La Palma del Condado- Ceuta volvía a tener un equipo de campanillas a mediados de los 90. El Ceuí Atlético comenzaba a reforzarse con jugadores de prestigio. Algunos, como Gabino Rodríguez, Ricardo Serna o el ceutí Julio Soler habían estado en Primera División hasta hacía un par de años antes. Otros, caso del uruguayo Ariel Romero, no llegó a jugar en la Primera española pero si venía con una sólida trayectoria en equipos como el Real Murcia. Y también llegó un extremo elegante, de regate y desborde, pero nunca para el lucimiento propio sino para conseguir abrir el hueco, el centro que permitiese a algún compañero encontrar posición para rematar. Si de aquellas internadas no salía un gol, al menos si se conseguía que el lateral del otro equipo acumulase cansancio.
Se llamaba Kiko Ramírez. "Soy un chaval del Nástic, soy de Tarragona, me he criado en el Nástic. No hay corazón dividido, pero si el Nástic tiene que perder con alguien, que sea con el Ceuta". Hoy tiene 54 años -"la misma edad que Guardiola, pero llevo más años entrenando qué el", nos dice con un gran sentido del humor- y nos habla desde el otro extremo del continente europeo. Cracovia, ciudad conocida entre otras cosas por la cuna de Karol Wojtyla, Juan Pablo II, está entregada a su equipo. "No hemos conseguido subir a Primera, pero hemos ganado la copa. Nos llaman el Spanish Wisla", dice rememorando la hazaña. "Hemos ganado la Copa estando en segunda división. Es decir: el año que viene el Wisla va a jugar competición europea desde la Segunda División". Algo que ha conseguido el desde la dirección deportiva -antes fue entrenador- con el ex del Castellón Albert Rodé en el banquillo y nueve jugadores españoles en la primera plantilla, más otros tres en el filial. "Nos hemos vuelto nómadas. Antes llamaba la atención que hubiera un jugador español jugando en el extranjero, y ahora a nadie le extraña si te encuentras más convocados de la Premier que de la Liga en la Selección Nacional". Algo que defiende. "El Wisla mete cada fin de semana 30.000 personas en el campo, pero es que en la final de Copa había casi 70.000. Hay jugadores en esta plantilla que, de no haberse movido, no vivirían esta experiencia". Del ambiente que se vive en el estadio Henryk Reyman puede dar fe "uno de los muchos amigos que tengo en Ceuta, que estuvo por aquí hace poco y le invité a ver un partido". Un compañero de aquellos años llamado Pedro Berruezo.
Desde Cracovia verá el partido de ida "por televisión", porque el segundo lo verá "en casa, ya que iré a ver también el Barça B-Ibiza. Va a ser una eliminatoria de detalles, de 180 minutos, pero para el Ceuta será importante conseguir un buen resultado en casa", vaticina. "En Tarragona, va a estar toda la ciudad empujando, van a meter 11.000 o 12.000 personas en el campo". Eso si; "El Ceuta tiene algo, tiene duende". Ese intangible que hace "que nos vuelva tan loco el fútbol".
Ramírez, que entrenó por última vez al Odisha de la Superliga india donde se dió el relevo con el ex técnico blanco Sergio Lobera, valora muy bien lo que ha hecho José Juan Romero. "Ha dado con la tecla. Con el equipo, con la gestión del vestuario... Algo parecido a lo que ha hecho Vidal con el Nástic. Dani era un chaval que entrenaba a las categorías inferiores, pero que repescando a algunos jugadores de Tarragona, apostando un poco por la cantera, ha recuperado el estatus del Nástic. Es algo muy parecido al Ceuta".
De Ceuta recuerda "lo complicado que es jugar ahi para el visitante. La distancia geográfica imprime carácter, y para el jugador del Ceuta es muy cómodo jugar como local". Sobre la duda que se ha suscitado entre los aficionados, lo tiene claro. "Para el Ceuta hubiera sido más cómodo enfrentarse al Barça B que al Nástic, porque el filial acude sin la obligación de subir, sin presión".
Su trayectoria en la Ciudad Autónoma incluye el plasenciazo, con Hevia Obras pitando un penalti en contra algo más que dudoso. Era el año de Carlos Trasante y el fallecido José Ramón Pérez "Moncho" en el banquillo. De ahí se fue al Málaga, y volvió un par de temporadas después. "El año en que debutamos en Segunda B, con Crispi en el banquillo". Sobre el hecho de que tres de los equipos de su vida se puedan cruzar, insiste: "quiero que suba el Nástic, pero es de esas veces en las que si pierdes con el Ceuta o, si se diera el caso, el Málaga te alegras un poco por el rival".
