jueves. 02.05.2024

Las mujeres de mi país

Luis Rubiales durante la Asamblea de este viernes en la que se negó a dimitir / RFEF
Luis Rubiales durante la Asamblea de este viernes en la que se negó a dimitir / RFEF

Escribo estas letras desde mi retiro vacacional y tras varios meses de pereza infinita en los que abandoné esta columna para dedicarme en exclusiva a dos campañas electorales que acabaron con toda mi energía. Regreso en estas líneas sin saber si a la vuelta del descanso decidiré retomar este espacio o no, algo que merecerá una reflexión más sosegada. Hoy vuelvo con la sangre caliente pero la cabeza fría y lo hago, en primer lugar, para poner sobre la mesa el orgullo que siento por las mujeres de mi país. Esas que han dejado de lado las luchas intestinas por unos días para volver a caminar juntas por un objetivo, el de demostrar que cuando a una le hace falta, todas las demás van a estar a su lado.

Podría escribir en este espacio sobre la vergüenza que me da que el máximo responsable del fútbol español celebrara la victoria en el Mundial agarrándose la huevada, o del asco que debió suponer para Jenni Hermoso su beso, ni pedido ni consentido. Podría preguntaros que pensaríais si, tras un éxito laboral, vuestro jefe decidiera comeros la boca (o a vuestras hijas, vuestras hermanas, vuestras parejas o vuestras amigas), y si, además, tras verse descubierto en la falta, intentara culparos (o culparlas) en una justificación aún más asquerosa que el acto inicial. Pero no lo voy a hacer. Hay comportamientos que se retratan solos y no es necesario incidir sobre ellos porque solo los ciegos, y los hay, no ven la evidencia.

Abandono durante un rato mi descanso para algo mucho más grande. Para poner sobre la mesa la valentía de las futbolistas españolas, las que, sin tener en cuenta las represalias, han decidido decir basta. Para decirles que la semana pasada ganaron el Mundial pero esta han logrado mucho más. Ellas han dado (están dando) una lección al mundo del fútbol, del deporte y a la sociedad en general. Han renunciado al honor más grande al que pueden aspirar, a un futuro de títulos, al reconocimiento internacional, para poner sobre la mesa que la igualdad ni se vende ni se compra, que no es un discurso vacío, que la igualdad se practica y todo lo demás son cuentos.

Su actitud es aún más admirable si la comparamos con la de sus compañeros hombres, a lo largo de las últimas horas me he preguntado donde están los futbolistas españoles, especialmente los que van a la selección, los que representan a nuestro país en cada competición, a los que admiramos, con los que disfrutamos y penamos en cada partido en que se ponen la camiseta de España y se convierten en nuestra imagen ante el mundo. No dejo de preguntarme dónde están escondidos estos días los de sueldos estratosféricos con los que ellas ni siquiera pueden soñar, dónde están esos futbolistas que son el espejo en el que se miran los niños cada fin de semana. Excepciones hay, como la de Borja Iglesias, pero la mayor parte de ellos permanecen callados, con la cabeza bajo tierra como una avestruz, mientras que referentes deportivos de nuestro país, como Pau Gasol, les dan una lección y les dicen donde deberían estar, que no es nada más y nada menos que con Jenni Hermoso y el resto de futbolistas españolas.

Vergüenza ajena dan comportamientos como los de los dos seleccionadores absolutos, Vilda y De La Fuente, aplaudiendo el discurso de Rubiales. Vergüenza ajena da Luis Enrique, ex seleccionador nacional, evitando dar su opinión. Quizás todos los demás estén esperando a ver hacia dónde se inclina la balanza (y el poder, y el dinero) para mostrar un poco de solidaridad con sus compañeras.

Este viernes las futbolistas españolas anunciaban que no volverán a la selección hasta que Rubiales deje de presidir la Federación y, sinceramente, me pregunto por qué no lo hacían respaldadas por sus compañeros con un comunicado en el mismo sentido. Ellas han demostrado que son las valientes, mucho más que ellos.

En el ámbito local la vergüenza se multiplica. Casi una semana después la RFFCE emitía este viernes un comunicado en el que no solo no se mojaba, sino en el que ni siquiera mencionaba a Luis Rubiales. Una reunión el próximo martes (quizá tratando de ganar tiempo para apostar al caballo ganador) decidirá su postura ante los hechos. Tan solo les harán falta nueve días para determinar si un beso no consentido y tocarte los huevos delante del mundo son motivo de dimisión. Sólo hay una palabra para definirlo: lamentable.

Escribo estas líneas como mujer y como española y solo deseo que, cuanto antes, se ponga fin a este ridículo espantoso que están protagonizando los grandes hombres de nuestro fútbol. Son ellas, las futbolistas, las mujeres de mi país, las que me hacen sentir orgullosa.

Las mujeres de mi país