sábado. 27.04.2024

Grinch

Que el cine es un negocio además de varios elementos que se antojan del todo secundarios es una obviedad que se encuentra fuera de toda duda posible. Uno de esos rostros del show business es el de la oferta temática que se nos plantea a lo largo del año dependiendo de, sobre todo, las festividades de guardar.

 

Parece de otras épocas muy pasadas que en Semana Santa tuviésemos cine religioso o histórico a la carta, pero ahí están los Ben-Hur, Espartaco, Los Diez Mandamientos o, si no nos vamos tan lejos, La pasión de Cristo de Mel Gibson, controvertida vuelta al aroma de clasicismo.

 

Más allá de Bad Santa o Qué bello es vivir, se hace innumerable la lista de cintas de ambientación navideña procedentes de todos lados del mundo (ahí tenemos Love Actually), pero sobre todo de Estados Unidos, claro está, que son los principales bombardeadores con marketing. Ni que decir tiene, aquí ni nos atrevemos a mencionar ejemplos por pura saturación, que en San Valentín el cine romántico echa a empujones cualquier otro competidor de la oferta audiovisual.

 

Será que me ha pillado Grinch, siguiendo el juego de personajes importados y asimilados de yankilandia, pero nunca he sido demasiado de ver cine de temática específica “porque lo dice el calendario”, y menos cuando se plantea uno lo entrañable de que los supuestos ambientes navideños o sucedáneos han sido rodados en agosto en Los Ángeles. No sé si soy yo el cínico o el ejercicio de cinismo corre más por parte de los ingeniosos productores de estas cintas de fabricación industrial; supongo que podría decirse que un poco ambas cosas…

 

Y luego está Halloween, supuesto evento planetario, que diría aquella, que nos atañe estos días. Justo estamos en las semanas en las que un juntaletras sobre cine que se precie tiene que acercarse a las salas a tragarse alguna de la nutridísima oferta de terror (más aún en nuestra ciudad, que las tiene en cartel todo el año, digno de estudio sociológico de tendencias) para no ser menos y estar a la altura de las circunstancias establecidas. Pero resulta que a este grinch nunca le ha gustado el género terror, salvo brillantes excepciones, porque aburren como una ostra a quien suscribe, que no le ve demasiado aliciente a estar esperando el efecto de goma o de sonido que te haga pegar un respingo programado en la butaca. Llámenme raro si quieren…

 

El caso es que echa uno un vistazo a la cartelera y se topa con invasión y mayoría absoluta del género que manda aquí con mano de hierro. La oferta incluye hasta tres posibilidades distintas.

 

Por un lado, aguanta desde hace semanas Slender Man, una típica de adolescentes atolondrados que no tienen ocurrencia mejor que invocar a un ser terrible que les va a dar un susto de muerte, y al espectador de paso, ya que estamos, que es precisamente la idea. La noche de Halloween es justo el título que no puede faltar estos días. Todo un clásico ya en su ¡decima! Entrega, de nuevo con Jamie Lee Curtis en el papel de Laurie Strode, 40 años después para deleite de los seguidores de la franquicia hiperexprimida que comenzó John Carpenter, estrella invitada por cierto en esta propuesta que pretende ser la más aterradora de todas. Dentro de la temática Halloween, ya no exactamente terror en cuestión tenemos también, más orientada al público jovencito con la voz de Jack Black, Pesadillas 2: noche de Halloween, adaptación de una de las famosas novelas para público ternasco e impresionable. Posibilidades variadas, ya ven, incluida la de tomar el papel de grinch y esperar tiempos mejores.

 

JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]

Grinch