sábado. 04.05.2024

Una unidad centenaria, reconocida en no pocas ocasiones como la más condecorada del Ejército español. Sin embargo, pese a que todos conocemos los riesgos de nuestra profesión y en el caso de la castrense no hacen falta muchas explicaciones, no deja de ser una conmoción lo vivido estos días con Regulares y el cabo Palacios. Un hombre joven, uno más de tantos que encontró en el Ejército español una manera de buscarse el sustento y, de paso, defender a lo que en su Iberoamérica, en su Ecuador natales, siguen llamando la madre patria: España.

 

A Palacios la vida le hizo un quiebro el pasado lunes. Allá por tierras lejanas, como canta el castizo pasodoble castrense. Allá por tierras polacas, donde una maniobra que recreaba posiciones defensivas en la II Guerra Mundial congregó a militares pertenecientes a la Alianza Atlántica en el límite geográfico de la misma...

Ahí, un accidente acaba con la vida de un hombre que deja viuda y dos hijos. Un hombre de 43 años que marchó al Este de Europa y cuyos restos mortales ya se encuentran en su país: el que lo adoptó y al que defendió entregando, como dicen los mandamientos, la vida en el cumplimiento del deber.

Y mientras España mira a Moncloa, mientras el país hace cábalas por saber si el lunes Pedro Sánchez seguirá siendo, o no, presidente del Gobierno, mientras unas nuevas semanas de inestabilidad asoman en el horizonte, un Falcon pertenenciente al 45 Grupo de la Fuerza Aérea aterriza en Madrid. Con un ataud envuelto en la bandera de España, que portan a hombros miembros de Regulares. Afectados, pero enteros. Tocados, pero recios. Heridos, pero con paso firme, en el penúltimo desfile que hacen con su compañero. Mañana, homenaje en Madrid, en un acto presidido por el Jefe de Estado Mayor del Ejército, Amador Enseñat. Marcialidad y entereza llevando a hombros el cuerpo del compañero caído.Por algo presumen, en su himno, de que es imposible seguir al soldado regular...

Marcialidad y emoción en la llegada de los restos del cabo Palacios a España