España será un país desierto, oficialmente, a partir del lunes. El Consejo de Ministros ha aprobado el Estado de Alarma, del que dará cuentas en unos minutos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En resumidas cuentas: todo el mundo en sus casas, salvo para ir o venir del trabajo o para acudir a urgencias. También se permite asistir a entidades financieras, cuidar de mayores o personas en especial situación de vulnerabilidad y causas de fuerza mayor.
Además, todos los medios del Estado -incluyendo policías autonómicas y sanidad privada- quedan desde este momento bajo control del Gobierno, según un decreto que facultará la intervención de las Fuerzas Armadas en el caso de que fuera necesario.
Así lo ha confirmado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras una maratoniana reunión -la más larga que se recuerda- del Consejo de Ministros. El presidente del Ejecutivo ha confirmado, también, la reducción al 50% del transporte ferroviario de larga distancia y, atención, al transporte marítimo. Recordar que desde esta misma tarde los barcos están reservados solo para residentes en Ceuta en el área del Estrecho.
El presidente también ha anunciado el cierre de bares y cafeterías durante los próximos quince días. Podremos ir a la compra, a sacar dinero, a la farmacia o a hacer una gestión en materia de seguros; ir al trabajo, pero solo de uno en uno y en el tiempo necesario para hacerlos, manteniendo la distancia mínima de seguridad entre personas. El Gobierno, además, interviene de facto toda la economía del país. En la sanitaria, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, podrá ordenar la intervención o, incluso, requisar bienes de las industrias sanitarias si fuera necesario. También quedan bajo control del Gobierno todas las empresas energéticas, y las policías locales y autonómicas bajo mando directo del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Sánchez se ha referido en varias ocasiones a Ceuta y Melilla, insistiendo en que el virus "no entiende de territorios". Esa misma frase la ha empleado para referirse al posible confinamiento -descartado- de Cataluña y ha pedido al presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo y al lehendakari Urkullu el aplazamiento de las Elecciones autonómicas previstas para el próximo 5 de abril. Decisión que, probablemente, se adoptará el lunes.
También ha negado divergencias en el seno del Gobierno, que mantiene un debate "sereno e intenso" sobre todos los puntos del articulado; ha pedido colaboración a la oposición -comparecerá ante el Congreso en próximos días- y ha agradecido a todos los colectivos (artistas, científicos, etc), que se sumen a la lucha contra el COVID-19.
El presidente, por último, ha vaticinado un duro golpe económico, del que vaticina empezaremos a salir cuando decaiga la curva de contagios, y ha recordado los esfuerzos de nuestros mayores en la crisis de 2008. "Es el momento de devolverles esa generosidad. Cuidarnos a nosotros para cuidarlos a ellos".
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