SIDA-ENTREVISTA

Martínez Picado: "Las vacunas nos podrán salvar, pero la ciencia necesita inversión"

Este 1 de diciembre se conmemora la jornada internacional de lucha contra el SIDA. Casi cuarenta años después de su aparición, se empieza a hablar ya de la posibilidad de curar el virus. Una posibilidad, con casos reales, desarrollada en parte gracias al trabajo del científico español Javier Martínez Picado, en los laboratorios IrsiCaixa en Hospitalet de Llobregat, con el que ha hablado Ceuta Televisión de cara a esta icónica fecha.

 Casi cuarenta años después de aquel anuncio de los profesores Gallo y Montagnier, estamos hablando ya de curación de casos. Parece mentira ¿verdad?.

 

De alguna manera puede parecer mucho, o poco tiempo. Es curioso, porque desde que se descubrió el virus en 1983 hasta el  primer medicamento en 1987 solo transcurrieron cuatro años. Tenemos un potencial de numero de medicamentos buenos, pero ahora estamos ya hablando de tratamiento. Solo hay que tratar, porque de momento no estamos hablando de curar de forma general el VIH. Hemos alcanzado excepcionales logros en el desarrollo del medicamento, pero nos quedan pasos por dar.

 

Profesor. ¿Quienes son y por que son tan importantes los pacientes Londres y Berlín?

 

Quiero empezar diciendo que el paciente de Berlín, de Londres y un tercero en Dusseldorf son casos de personas que han logrado curarse, con células madres y a través de donantes. Si se hace, elimina. Curar es posible, tenemos metodología excesivamente complejas y caras. Hace unas poquitas semanas tuvimos la noticia del fallecimiento de Berlín, paciente diagnosticado en  2007, pero por reaparición de leucemia de base no por VIH. Nuestro equipo no ha publicado casos de curaciones, sino que hemos descrito casos de personas que se infectaron hace 25 años, pero aunque el virus  circula por su sangre no se expresa, no replica a pesar de que no toma tratamiento. Esto es algo que, obviamente,  nos inspira a los investigadores de modo latente. ¿Qué ha pasado para qué esté como en un sarcófago? Esta es la duda.

 

Se cumplen casi cuarenta años, como decíamos, del inicio de aquella pesadilla. Este año, obviamente, todo lo colapsa el Coronavirus. ¿Es posible que algunos vectores de la investigación contra el SIDA sirvan para investigar o desarollar las vacunas -anunciadas o en curso- contra la COVID 19?

Básicamente, que se están empleando herramientas que provenían  y se habían anunciado en la lucha contra el VIH. La investigación ha sido pionera, no exclusiva, en inmunología y virología. En inmunología, esto incluye vacunas. En el caso de Oxford usa vector de chimpancé, que ya lo habíamos usado contra el SID. Las herramientas se habían usado y estaban ahí. En cuanto a los antiretrovirales,  uno que se usa es Rendesivir, en muchos hospitales. Esta compañía se creó para luchar, básicamente, contra VIH o Hepatitis C, lo que nos deja una serie  contextos interesantes. Otro paralelismo con la lucha contra el SIDA es que se le suministran directamente anticuerpos a personas que tengan infección. Esta producción de anticuerpos ‘sintéticos’ ya se ha probado en SARSCOV-2.

 

 Como observador privilegiado ¿qué diferencias encuentra usted entre la actitud de la sociedad ante el coronavirus y el SIDA?

 

La diferencia clave es la forma de transmisión. El coronavirus tiene un difícil control, por via respiratoria. La del VIH es algo menos genérica, directamente  a través de fluidos (sanguíneos, sexuales, madre e hijo), lo que limita un poco más extensión de la infección. La infección del coronavirus nos hace especialmente vulnerables. En el  SIDA los grupos más vulnerables eran drogadictos, homosexuales,  de madres a hijos como descubrimos en los años 80. Esto acarrea un cierto estigma, que en el coronavirus no pasa.  Hay una diferencia: la expansión que ha tenido tan rápida coronavirus en todo el mundo no es comparable. La del VIH fue preogresiva al extenderse, no como el coronavirus. En cuarenta años han cambiado nuestros hábitos muchos (viajamos más, el medio ambiente está más deteriorado, nos relacionamos más, etc). De todos modos recordemos que si llevamos algo más de 60 millones de casos identficados del coronavirus, con 1, 5 millones de fallecidos. El SIDA ofrece mortalidad de 33 millones; sin antirretrovirales, la mortalidad es del 100%. E insisto una vez más en que sin tratamiento, el  VIH no se cura. El promedio es que por cada persona con VIH, se contagian cuarenta en el mundo.

¿Le hemos perdido el miedo al SIDA, al menos en occidente?. Es decir: ha dejado de ser una enfermedad mortal para convertirse en crónica y se habla de curaciones. Esto, evidentemente, es una buena noticia. Pero ¿hay generaciones de jóvenes, principalmente en los países desarrollados, que se toman el VIH como algo liviano, como algo que 'se cura con una pastillita' y no pasa nada?

 

Es un tema de sensibilidad. Ahora todos estamos volcados con el coronavirus, vemos el impacto que tiene en mortalidad, sanitarios, familias. Cuando se relaja, todos nos relajamos. Con el SIDA ha pasado lo mismo. Si no lo tenemos cerca, lo quitamos del algoritmo de preopucaciones, pero el riesgo del  VIH sigue estando ahí. Cada uno tiene que hacer reflexión de donde está este tipo de riesgo. Una vez infectado, lo que si está claro es que no vuelves atrás.

La pregunta anterior era la vertiente negativa en los avances de la investigación. La vertiente positiva, de esta investigación sobre el SIDA o de la pandemia del coronavirus ¿puede ser la visibilización de la ciencia, que la sociedad tenga conciencia de la importancia de la misma?.

 

La ciencia es sosegada y modesta, pero es cierto que esta epidemia ha sido una bofetada de realidad. Yo en conferencias, en años anteriores,  decía que la gran pandemia,  el ‘Big One’ estaba al caer y esto no es novedad. Todos entendemos conceptos como PCR, virus, vacunas: llevan decenios con nosotros. Pero cuidado con el coronavirus: perderá interés como ocurrió con VIH, si la infección por coronavirus desaparece, que lo hará. Hay otros datos: los ensayos sobre las vacunas vienen de países con una gran inversión en ciencia, con un 34% mas de inversión per cápita que en España. Países que han tenido una tradición investigadora. Llevan invirtiendo decenios en buena investigación y haciendo de esta bandera. Esto aquí no ha ocurrido. En España,  habría que cambiar, por ejemplo, la Ley de Mecenazgo. Hay que dar paso un adelante con respecto a la ciencia. Las vacunas nos podrán salvar, pero vienen de ciencia, y esta requiere de dinero y constancia en la inversión. Si no hay apuesta por ella, tampoco político, después de pandemia volveremos a la situación pasada. La investigación e invesión en ciencia es clara y produce retorno al país.