Cuando el Partido Popular accedió al Gobierno de España, a finales de 2011, la situación del país era dramática: La prima de riesgo rondaba los 500 puntos, se destruían 1.500 puestos de trabajo al día, las pensiones habían sido congeladas, se bajaron los sueldos de los funcionarios, las administraciones pagaban a sus contratistas mal y tarde (a veces nunca), los servicios públicos esenciales no se podían financiar y España estaba al borde del rescate por las instituciones comunitarias. Con el Partido Socialista, durante el Gobierno de Zapatero, se destruyeron 3 millones de puestos de trabajo.