martes. 19.03.2024

Mis admirados tocapelotas

Me decía un buen amigo a raíz de cierta información que había tenido la virtud de tocar las narices a todo el mundo y de conseguir que gente de ambos extremos se pusieran de acuerdo para comentar lo concerniente a la misma. Días antes, con otro tipo de exquisita conversación hablábamos de la virtud de los "tocapelotas". Ambos coincidíamos en nuestra admiración por aquellos personajes que, a lo largo de la historia, habían conseguido consciente o inconscientemente situarse justo en el centro del tablero de los odios y filias. 

 

La historia está llena de "tocapelotas", de seres capaces de poner de acuerdo a mortales enemigos. Así que, aún siendo consciente de que me olvido de muchos y dejando claro que no soy historiador sino aficionado a la historia, me permito ofrecer una selección de los "tocanarices" más célebres y admirables. 

 

CAYO JULIO CESAR (100 A.C-44 A.C.) La península itálica ha dado, como veremos, un buen ramillete de "tocapelotas" a lo largo de la historia. Empezando por Julio César: capaz de tributar a Roma un imponente triunfo en las Galias, entrar entre aclamaciones y morir apuñalado por enemigos mortales que solo se pusieron de acuerdo para su magnicidio. Ocurrido, por cierto, a 300 metros del lugar donde fue encontrado el cuerpo de otro integrante de esta lista.

 

JESUS DE NAZARET. (0-33) Antes de nada, soy cristiano. Se que escribo del hombre más importante de toda la historia. Rey de los Judíos, fueron estos quienes, a través de un tribunal popular,  le condenaron en un juicio irregular a morir en la Cruz. Nacido en una colonia romana, sin embargo pedía que se le pagara a Roma lo que le correspondía. El primer rebelde de todos los tiempos. El hombre en torno al cual se ha construido el relato del mundo en los últimos 2.000 años.

 

MIGUEL SERVET (1509-1563). Si no lo hubiesen quemado los protestantes, posiblemente habría corrido la misma suerte con los católicos. De hecho, estos le pegan fuego a una efigie suya cuando caen en la cuenta de sus supuesta herejías -negación de la Trinidad y del bautismo en la edad infantil -, pero le pilla huyendo a Ginebra. Tal fue su nivel de "tocapelotismo" que no tuvo otro sitio mejor para ir que a la Iglesia donde predicaba Juan Calvino, otro que tal, y que en años precedentes había prometido que si Servet osaba entrar en Ginebra no saldría vivo. Un defensor de la libertad de conciencia, sin duda, pero un testarudo y posiblemente repelente como pocos en la historia.

 

GRIGORY RASPUTIN (1869-1916). Cuentan las crónicas que tenía menos modales que un conejo, que sus haceres sexuales eran casi hipnóticos y que era analfabeto. A pesar de eso, logró ganarse el cariño de la familia real rusa, hasta el punto de ligar su muerte al final de la dinastía Romanov. Hasta para morir, en casa del conde Yusupov, ejerció de "tocapelotas": resistiendo primero a un veneno y luego a una ráfaga de tiros para ser encontrado flotando en un río helado en posición de nadar. Todo un fenómeno. 

 

JOHN FITZGERALD KENNEDY (1917-1963). Desde comunistas a la extrema derecha; desde el FBI hasta la mafia; desde israelíes a palestinos... La lista de personas interesadas en la muerte de este hijo de irlandeses que se hicieron de oro traficando con alcohol durante la Ley Seca es tan grande como la vuelta que, supuestamente, dió la célebre "bala mágica" antes de matarlo. 

LUIS CARRERO BLANCO (1904-1973). Me fascina la teoría de que pudo conocer a Franco en el actual Museo del Revellín. El caso es que la lista de personas interesadas en su muerte es inmensa, desde ETA hasta el franquismo más aperturista. No sospechen, en ningún caso de la conspiración: sabido es que cavar un tunel frente a la embajada estadounidense por donde pasa a diario el presidente del Gobierno es lo más normal del mundo...

CHARLES CHAPLIN (1899-1978). Cómico: por definición, tocapelotas. Fundador de United Artist y vetado en USA durante años por supuesta militancia comunista. Hebreo de religión, mal visto por algunas parodias a la gente de su propio credo. El cine se divide en dos tipos de directores: el y el resto.

 

ALDO MORO (1917-1978) A 300 metros de donde fue apuñalado César, apareció su cuerpo una mañana de hace cuarenta años en el punto equidistante que separaba las sedes del Partido Democristiano y el Partido Comunista. Un objetivo de caza mayor para las Brigadas Rojas, una incómoda pulga para sus compañeros de partido. Un hombre tras cuya muerte -que podía beneficiar tanto a la URSS, poco interesada en las urnas, como a USA, menos aún en tener a comunistas dirigiendo ministerios en la zona OTAN-, se desencadenaron grandes tormentas institucionales en Italia. Una asignatura pendiente de resolver para la historia.

 

Dejo para el final a otros dos. Aún vivos: el actual presidente norteamericano, Donald Trump -para un político que cumple su programa, tenía que ser precisamente este-, y al periodista más grande y admirable de mi generación. Al lado de Roberto Saviano, todos los que nos dedicamos a esto somos pequeños.

Mis admirados tocapelotas