jueves. 28.03.2024

 

 

A la hora en que Ceuta sigue la fiesta en la Feria o se acuesta a dormir, un despertador suena a las 03.00 en una casa de calle Jaúdenes. José Luis Vera, un policía local jubilado hace algunos años, no se prepara en la madrugada de cada cinco de agosto para un turno o un servicio extraordinario. Lo hace para, pacientemente, continuar con la labor que ellos mismos se encomendaron por un azaroso golpe de la vida. Cortar flores, hasta cinco mil pétalos, para lanzarlos al paso de la Patrona de Ceuta bajo el balcón familiar.

 

Somos conscientes de que este día y este acto, en particular, está impregnado no sólo de fe sino de un amargo trance. Pero el propio José Luis nos lo recuerda, conteniendo a duras penas la emoción. "Esto se hace porque había una, que siempre iba delante de la Virgen de África...".

 

Esa "una" se llamaba María de África Vera. Había crecido, como tantos niños de Jaúdenes, alrededor de la imagen de la patrona. Perteneciente, además y por vía materna, a la familia Cabillas, de fuerte vinculación histórica con la Hermandad.  Un cuatro de agosto, tuvo la ocurencia de recoger flores para lanzarlas al paso de la imagen patronal. Incluso, recuerda su madre "escribió poemas a la Virgen, y tuvo la ocasión de leerlo con quince años en la ofrenda". Una foto de aquel cuatro de agosto luce en el salón familiar.

 

Fue la última vez. Meses después, una cruel enfermedad acababa de modo fulminante con su vida. "Estuvimos cuatro o cinco años sin tirar pétalos; cerrábamos las ventanas cuando pasaba". Pero "esto se hace por una...", vuelve a decir José Luis.

 

Así que, un buen día,  retomaron la tradición. Y ya es habitual que la gente busque un hueco en Jaúdenes para, como cada año, presenciar la petalada. Más de cinco mil flores, cortadas paciente "y gustosamente", insiste José Luis, para lanzarlos al paso de la Virgen. Este año, la intención es "un ramo para una señora, a la que no conozco de nada, pero que todos los años a las seis de la tarde espera enfrente de mi casa en una silla de ruedas para irse cuando pasa la Virgen. Esta tarde bajaré y le daré un ramo para que ella misma se lo tire".

 

A primera hora de la tarde, comienza la llegada de visitantes. "El balcón se me ha quedado pequeño, porque aquí se juntan muchas personas", cuenta el matrimonio. Y más en los últimos años: el domicilio familiar es el elegido por los cantantes David Gutiérrez y Enrique Casellas para cantar una salve a la imagen de Santa María de África. Ya es clásico que Manolo Creo, capataz del paso, mande detenerlo en un punto exacto de la paralela a Gran Vía.

 

"Cuando la Virgen abandona Jaúdenes para seguir con su procesión, me acuerdo de una que siempre iba corriendo detrás, y nosotros tras ella", vuelve a decir José Luis. En ese momento, la balconada se cierra hasta el próximo año. "Y que sean muchos más, al menos hasta que mis tres nietos hagan la comunión", pide. Dos chicos y una chica. El más pequeño, "que va a ser más trasto de lo que era su padre", celebra hoy su segundo cumpleaños. Hablando de la niña, al abuelo se le enciende la mirada. José Luis hijo, que ayuda a sus padres a preparar las flores,  responde sin que de tiempo a hacer la pregunta, cómo se llama. "María de África. No podía ser de otra manera".

En el nombre de María