La desaparición el pasado 1 de mayo de Manuel Ríos Ledesma hacia presagiar lo peor. Durante días, los voluntarios de protección civil rastrearon distintas zonas de la ciudad en una búsqueda que resultaba infructuosa y en la que los familiares reclamaban la intervención de las fuerzas de seguridas. Estaban convencidos, destacaban entonces, de que Manuel no se había ido por voluntad propia, ya que no se había llevado su medicación, pero la búsqueda no dio resultado.
Ahora, los datos aportados por las pruebas de ADN parecen confirmar en un altísimo porcentaje que el cadáver aparecido en la tarde del pasado 17 de junio en aguas de La Sirena es el suyo. Unos datos que no han sido comunicados todavía de forma oficial al Cuerpo Nacional de Policía, quien desde la apareción del cadáver hace cerca de un mes, se ha hecho cargo de la investigación.
Los datos de la autopsia indican, además, que en un primer momento no se han detectado signos de violencia en el cadáver más allá de los golpes ocasionados por la caída desde un acantilado, lo que parece descartar que fuera atacado.
A partir de este momento, la Policía Nacional continuará con la investigación para determinar las causas de la muerte.