jueves. 28.03.2024

Sanchez: entre Kirkman y Underwood

Tom Kirkman y Francis Underwood son dos presidentes norteamericanos. Dos personajes de ficción, en sendas series televisivas, pero con un nexo en común: ninguno es elegido en las urnas. El primero, literalmente, pasaba por ahí cuando revienta el capitolio con todo bicho viviente dentro. Es, como el título de la serie, el “Sucesor designado”. Un tipo que pasa de estar viendo un partido de baseball a jurar el cargo con vaquero y sudadera media hora después.

 

Francis Underwood es, acaso, un relato más fiel y canallesco. Un subsecretario de poca monta, que tiene muy claro que al poder se llega rompiendo cuellos. En “House of Cards”, un Kevin Spacey magnífico -orgías y abusos al margen- retrata como alguien es capaz de subir desde el más tedioso anonimato al despacho más famoso del mundo.

 

El primero es un idealista, alguien cercano a la gente, un hombre que concibe el cargo como un sacrificio y dispuesto a pagar duros precios personales para preservar las más sagradas esencias del mismo. El segundo sabe que tiene poco carisma, pero una capacidad innata para manipular y conspirar; no ve el cargo como una carga sino como algo que le está reservado por orden divina. Aunque para ello tenga que afilar cuchillos incluso en su propio lecho conyugal.

 

 

Servidor terminaba la primera serie y se reenganchaba a la segunda cuando Pedro Sánchez llegaba a la Presidencia del Gobierno. El guión es bueno: alguien que cosecha los peores resultados de la historia de su partido demuestra una enorme resiliencia y una gran capacidad de conectar cables y cambiar cromos para acabar en La Moncloa. Si estamos ante alguien que entienda la Presidencia como un ejercicio de mejora del país o alguien que simule querer eso por pura ambición personal, solo el tiempo lo dirá. Preparen las palomitas. La realidad siempre supera a la ficción.

Sanchez: entre Kirkman y Underwood