viernes. 29.03.2024

 

El fisico británico William Willet cayó en la cuenta, durante una de sus caminatas matutinas por la campiña inglesa, de que a primera hora el sol lucía en plenitud y sin embargo la mayor parte de las ventanas estaban cerradas. Willet pensó que, tal vez, se estaba desaprovechando energía, por lo que tuvo la ocurrencia de adelantar el reloj una hora llegando el verano para así ganar en competitividad. La idea, desechada en un principio, fue sin embargo puesta en práctica durante la I Guerra Mundial: tanto Alemania como el Reino Unido decidieron adelantar una hora el reloj para tener, también, sesenta minutos más abiertas las fábricas de munición.

 

Ese es el origen del cambio de hora que llegará esta noche, por primera vez en 2018, a España. Un país en el que la política horaria ha estado sometida a cambios. Durante parte del siglo XIX, prácticamente hubo tantos husos horarios como provincias. La hora del reloj, como tantas otras cosas, cambió en la Guerra Civil y en los primeros años del franquismo.

 

Hay historiadores que sostienen que se decidió, por parte del Gobierno de Franco, cambiar la hora para ajustarla a la de Alemania en un guiño al III Reich en los primeros compases de la II Guerra Mundial. Otras teorías apuestan porque el enfrentamiento civil fue fraticida hasta el punto de tener un horario para la zona republicana y otro para la zona de los sublevados. Y una tercera teoría: la dureza de la postguerra obligó a muchos españoles a buscar varios trabajos con los que poder subsistir, de ahí que eso influenciara directamente en el cambio horario.

 

Sea como fuere, y en pleno debate sobre la conveniencia o no de cambiar la hora cada seis meses, la única certeza es que en la madrugada de este sábado, de nuevo, a las dos serán las tres. Dormiremos una hora menos, por tanto. Así qué, ya saben: ajusten el reloj.

Ajuste su reloj: a las 02.00, serán las 03.00