viernes. 29.03.2024

La llamada de su mejor amigo

Volvimos a vernos después de décadas. A decir verdad, fui yo el que propició el encuentro, sabedor de que estaba con sus cosas en un sitio concreto. Reconozco que llevaba tiempo rehuyéndole, tratando de borrar las huellas del pasado.

 

Admito que había pasado años sin acordarme de él ni pensar como andaría, pero ¡¡ es la vida, amigo !!. Si, juntos fuímos felices en aquellos años de infancia en los que nuestra imaginación nos convertía en socios para luchar contra terribles peligros, en indios o cowboys o, simplemente, en dos colegas a los que solo la mirada les basta para entenderse. Pero con los años me alejé de él. Fue como el beso de aquella quinceañera, esa canción de una serie o aquel olor a las natillas de tu abuela por los que la nostalgia te pregunta de vez en cuando.

 

Si, me dió la "fiebre" y fui a buscarlo. Y allí estaba: exactamente igual que en mis recuerdos. Tal vez mi mala conciencia por haberlo dejado tantos años  a su suerte, me hizo plantearme no solo ponernos al día de nuestras vidas, sino invitarle a mi casa.  

 

A mi mujer no le hizo mucha gracia. Apenas le había hablado de él y no lo conocía más que de vista. "Está sucio y huele mal", me dijo. "Tranquila. Yo me encargo", respondí. "Además, tengo un encargo para el".

 

Así qué, aquí estamos,  volviendo a empezar. Se que a ella no le entusiasma, pero  si cumple las mínimas normas de higiene, no habrá problema. Lo miré. "Tienes trabajo",  pensé. Obviamente no me dijo nada, pero estoy convencido de que aquel viejo peluche con dos botones por ojo y media mano arrancada será perfectamente capaz, cuarenta años después,  de aguantar los trotes de la hija de su mejor amigo.

La llamada de su mejor amigo