viernes. 29.03.2024

Otro 12 de diciembre

Hace algunos años, cuando se sacrificaba la identidad del Atlético de Ceuta para dar origen a la  nueva Agrupación, alguien me dijo que no preocupase por la historia del equipo local que más cerca ha estado de jugar en Primera División. "Sí,  es historia, pero historia de no se cuantos años...". Es decir:  si ocurrió hace cincuenta o sesenta años, queda muy bien para los comentarios en los bares, pero no hace falta respetarlo por aquello de la modernidad, los intereses o las prisas. Todo lo que tenga más de veinte años es caduco, rancio; salvo algunos problemas con los que hemos aprendido a convivir como el diabético con la insulina o la banca con el dinero ajeno.

 

No merece la pena conservar el fortín de San  Amaro, porque aquello es una  antigualla que se cae a trozos. Qué felices éramos cuando -decíamos- comprábamos todo en Hadú, cuya bullicia mañanera en los "años felices"  echamos de menos. Tanto que no vamos por ahí ni a dar un recado; tanto que nos da exactamente igual que la segunda arteria de Ceuta se haya desmantelado a una velocidad de vértigo en los últimos diez años. Nos quejamos de que las calles estén más sucias  que hace unos años, pero no vamos a ser nosotros los imbéciles que se agachen a coger el papelito ni vamos a tirarlo a la papelera delante de nuestros hijos.

 


 Nos felicitamos de vivir en una Ciudad en la que es perfectamente posible moverse sin vehículo propio, pero cuestiones tan elementales como el autobús circular o la señalización de las paradas nos suenan a ciencia ficción. Se nos iluminan los ojos cuando hablámos de aquellos años en los que había un comercio en cada esquina, pero a los que intentan innovar los criticamos y todos queremos que el niño sea funcionario o, como mínimo, "planempleista". Nos quejamos, por cierto, de que no nos han llamado para la última edición, pero no nos percatamos de que no deja de ser limosna cotizante. Admiramos los estadios llenos en los campos corrientes, pero lo de subir al Murube ni de coña porque ¿pa qué?.

 


Nos conformamos conque, de vez en cuando, nos digan que somos España. Ya dormimos más tranquilos: nos han recalcado lo obvio una vez más, pero segui(re)mos sin radioterapia, para pedir hora con un especialista hay que acudir en persona al Hospital -aquello del "intenné" o las centralitas como qué no-y de los precios del barco mejor ni hablo.

 


Podría seguir, así,  hasta el final del próximo año olímpico.  Y sin entrar -de fondo- en la gestión de nuestros gobernantes. Porque no es que ellos no quieran creer en el futuro de Ceuta; en el fondo, somos nosotros -usted y yo- los que hemos dejado de hacerlo. Otro ejemplo: nos trae sin cuidado nuestro pasado. En cualquier otra ciudad, un día como el 12 de diciembre traería un homenaje a los pescadores que se ahogaron en el mayor naufragio de nuestra historia. Aquí, ¿para qué?. Si hace ya muchos años.... Pero no se preocupe: Ceuta es España.

Y sin embargo, se mueve. Y, sin embargo, la quiero.

Otro 12 de diciembre