Eduardo Lazarescu expone por primera vez en Ceuta, trabajos que lleva desarrollando desde hace doce o trece años. Alrededor de 45 piezas que incluye algún obra que el artista trajo desde su Cuba natal cuando llegó a Ceuta en 2004.
Lazarescu se revela en esta exposición como un artista ecléctico, espiritual y que ve el arte como continua evolución e invocación. Un ejercicio terapéutico en el que busca la belleza a través del color para sublimar el estrés cotidiano y desafiar las perspectivas en busca de lo trascendente, al mirar lo expuesto con otro ángulo y descubrir los secretos que el artista encierra en sus obras y la propia interioridad de espectador.
La muestra que permanecerá en el museo del Revellín hasta el 2 de septiembre, es solo una pequeña parte de la producción de este artista que, prolífico no cesa de buscar dotar del dinamismo del cuerpo a la inerte madera, centrando gran parte de su obra en la figura humana.