jueves. 18.04.2024

José Manuel García Verdugo

Severo Ochoa antes que Nobel fue exiliado republicano. Se le atribuye una anécdota deliciosa, de ser real: tras ser condecorado por la Academia sueca, recibió un telegrama de El Pardo comunicándole que Franco estaba dispuesto a recibirlo. La respuesta de científico asturiano fue que Franco le pidiese audiencia a el, y a partir de ahí se pensaría recibirlo.

 

Nos faltan conocer más estas anécdotas, acercarnos más a estos científicos, porque solo así podremos valorar mejor la cascada de Premios Nobel con DNI que se nos pueden venir encima en un par de décadas. Llámenme soñador, pero aventuro que Juan Ignacio Cirac, Juan Francisco Martínez Mójica, Carlos López Otín, Joan Massagué y algunos más pueden estar en condiciones de pasar de ser cuasi anónimos a la entrevista más buscada en función de una llamada con acento sueco un septiembre cualquiera.

 

Nuestra verdadera "marca España" hace auténticas maravillas no con un balón en los pies, sino con una probeta en la mano. Algunos de esos científicos figuran, incluso, entre los más buscados de Google en su especialidad. No se si eso es popularización o banalización del conocimiento, pero para el caso me da igual.

 

Uno de los que encabeza rankings es José Manuel García Verdugo. Por si les interesa, tiene hasta perfil en Wikipedia: esa especie de teatro del mundo en la que todo el mundo cabe versión 2.0. Se le considera como uno de los mayores expertos mundiales en células neurales adultas; es un reputado profesor de la Universidad de Valencia y es el descubridor de la presencia de este tipo de células en el cerebro. Actualmente, con su equipo trabaja en el estudio de las células madre en adultos.

 

Le he entrevistado en un par de ocasiones. Y en las dos me habla con cariño del barrio de su infancia y adolescencia; de la Iglesia de San Juan de Dios, de los callejones que circundan la antigua Maestría Industrial. No olvida el olor a mar que emanaba del Barrio de las Latas, las tiendas de barrio o aquel campo de fútbol entre "unas antiguas murallas". El José Benoliel.

 

En efecto, José Manuel García Verdugo es ceutí. De Villajovita, concretamente. La vida y la profesión de su padre le llevó después a la Universidad de La Laguna, a doctorarse en la Universidad Autónoma de Barcelona y no recuerda su última visita a la ciudad que le vio nacer. Pero me confesaba, tras varios minutos tratando de hacer entender a un garrulo como el que firma de que iba aquello de las células neurales, que cada verano siente la tentación de dar un paseo por el barrio de sus recuerdos más entrañables.

 

Por supuesto, ni una calle, ni un colegio, ni una placa. Ni un homenaje, ni una medalla de la Ciudad. Que a mi me consten, al menos. Triste país, región yerma, aquellos que olvidan a sus mejores talentos. Tengo la impresión, además, de que este o alguno de los mencionados anteriormente posiblemente algún día respondan al presidente del Gobierno o ministro de turno algo parecido a lo que Severo Ochoa dijo a Franco.

 

PD: Presume, ufano, el presidente de la Real Federación Española de "furgol" de no haber convocado una rueda de prensa en los últimos años. Por la parte que me corresponde como periodista en una ciudad de la que es asiduo visitante, gracias.

 

José Manuel García Verdugo