jueves. 28.03.2024

El triunfo de la coherencia

Se podrá estar más o menos de acuerdo con el, pero el caso es que el de Pedro Sánchez es el triunfo de la coherencia. Al menos en el envoltorio.  El "No es no, y si no me voy" que mantuvo antes de subir al cadalso,  se ha convertido en el 'leiv motiv' de su exitosa campaña para recuperar el puesto que ocupaba hasta el primer día de octubre. Otra cosa es que esa coherencia no apareciera mucho en su anterior periplo al frente del PSOE: los devaneos sobre la definición de España (Ortega y Gasset, más necesario que nunca) y el firmar acuerdos con el Gobierno para anunciar que los modificará cinco minutos después hablan de un lider más "zizageante" de lo recomendable en asuntos de Estado. Pero su obstinación nos descubren a alguien con más madera que la de una simple cara amable. Cabe esperar quizá un Sánchez más maduro, curtido en la humillación y en la amargura de la traición de los cercanos. En principio, con motivos para la venganza. Pero también con tiempo suficiente para analizar las causas de sus malos réditos "extramuros" y para haber planificado mejor sus primeras jugadas.

 

Cuando alguien gana, lo inmediato es preguntarse quien pierde. Y en este sentido, la lista puede ser tan grande como la del paro. De entrada, la victoria de Sánchez supone la desautorización definitiva de la vieja guardia, que no disimuló en retratarse con una Susana Díaz a la que apoyaron sin vacilaciones. Felipe González, José Bono, Alfredo Pérez Rubalcaba o José Luis Rodríguez Zapatero no son vistos ya por los suyos como los oráculos a los que acudir en caso de duda. Más bien como los jubiletas coñazo que rodean cualquier obra para instruir al albañil. La derrota tiene también consecuencias alícuotas en el grupo de barones socialistas. Ni uno solo de los presidentes autonómicos que apoyaron a Díaz se ve secundado por la militancia de sus territorios. ¿Cumplirá Emiliano García-Page su promesa de irse a casa si ganaba Sánchez?. A Pedro I El Renacido (ya veremos si El Cruel) le puede bastar con no pedir cabezas de sus adversarios. Simplemente, con gestionar su buena sintonía con la militancia e impulsar veladamente candidaturas alternativas puede dejar algún bonito cadáver político. La propia Susana Díaz podría encontrarse con alguna tensión interna en una Andalucía cuya federación regional ha gobernado a su antojo hasta el momento. Y agradecida debe andar de que el PP, en casi cuarenta años de autonomismo, no haya encontrado aún un candidato capaz de articular un proyecto serio y alternativo al régimen socialista. Entre Algeciras y Despeñaperros, que gane el PSOE las autonómicas es tan tradicional como la Semana Santa, la Romería del Rocío o Juan Imedio en Canal Sur.

 

La derrota de Díaz es, en parte, la de Podemos. La presidenta de la Junta era el adversario perfecto para la diseñada estrategia comunicativa de los morados: representaba la "casta", el Ejército rojo que se cautiva y desarma solo, el troyano del IBEX 35 en las filas de la izquierda. El primer síntoma es que Pablo Echenique ya ha cedido la iniciativa de una posible moción de censura a Sánchez y los suyos. Y en política, quien marca agenda y tema, empieza ganando. Tampoco parece ser la mejor noticia para un nacionalismo catalán que encuentra un muro jurídico a su derecha, el caos en su interior y que estuvo dispuesto -Iceta dixit- a enfriar el "proces" con tal de echar a Rajoy.

 

En Ceuta, la victoria claramente favorece a Manuel Hernández. Desde el sector crítico -antes oficialista- se confiaba, tal vez, en una derrota decente y en una victoria "susanista" a nivel nacional. Lo justo para engrasar músculo electoral y esperar el desembarco de la 7ª Flota de Triana. Pero no: la victoria en Ceuta de Pedro Sánchez es por goleada y la prima de Zumosol no vendrá porque, directamente, no existe. Otra cosa es que el sector encabezado por Sandra López Cantero de batalla -seguro- en el próximo congreso, aunque con efectivos probablemente mermados en relación a sus propios cálculos; quizá con más coraje que opciones reales. Y que a Hernández le pueda salir algún contrincante inesperado en las próximas semanas. Pero el secretario general, de los pocos leales a Sánchez en aquel sainete de otoño, está en la pole position.

 

No guarden, por si acaso, el cuenco de las palomitas en un armario muy recóndito y, como diría Teófila Martínez, tengan siempre el Twitter bien cargadito. Si de algo podemos estar seguros a la hora de hablar del PSOE es que su capacidad de sorprender a propios y extraños es inagotable y autoregeneradora...

El triunfo de la coherencia