viernes. 19.04.2024

La Ceuta que fue

Hubo una Ceuta pujante, comercial, autosuficiente. Una Ceuta que cometió errores capitales -rebajar de 20.000 a 1.500 pesetas el precio de un reloj en un minuto-, pero que fletaba barcos exclusivamente para abastecer a un comercio en concreto de una marca determinada de whisky.

Hubo una Ceuta en la que en cada portal había un bazar. Una Ceuta que abandonaba los estudios al terminar la EGB, porque no era difícil encontrar trabajo: primero, como mozo de almacén. Luego ascendías a estar detrás del mostrador y, con suerte, acababas de encargado o escaparatista. Si eras avispado, incluso, te hacías con el contacto de un par de representaciones y podías acabar abriendo tu propio 'chiringuito'.

Hubo una Ceuta de ofertas "para militares y pueblo en general". O sea: soldados de España, que os han hecho la putada de enviaros a hacer la mili al otro lado del charco, aquí tenéis descuentos. La Ceuta que nutría de mantones de Manila a todas la compañías de teatro y programas de televisión del momento. La Ceuta de las "chupas" de cuero, tabaco barato, calculadoras o quesos de bola. La Ceuta del Lucky Strike: un cartón de este tabaco estaba siempre colocado en la parte trasera del mostrador. En función de qué letra estuviera marcada -cada una asociada a un número-, oscilaba el descuento que se podía llegar a ofrecer.

Igual voy para viejo, pero hoy me ha entrado un ataque de nostalgia. He escuchado "economía productiva" y "Planes de Empleo" en la misma frase. Tal vez vaya siendo hora de mirarme el colesterol y la tensión: cosas propias de abuelos cebolletas. Porque contar a la gente más joven historias como la de la Ceuta que fue es, o de haber perdido la chaveta, o de tener más años que la Navidad. Snif...

La Ceuta que fue