jueves. 25.04.2024

Hen hun lugá de la mansha

"Estudia mucho, hijo, para ser un hombre de provecho el día de mañana". Miles de españoles nos hemos criado con esa perorata en casa, que críamos imbatible hasta que descubrimos que estudiar mucho sirve para poner copas y que si eres un friki que fornica bajo un edredón delante de media España tendrás más opciones de llegar a fin de mes que si trabajas con células madre. Otra cantinela hecha mantra "es necesario un gran acuerdo que nos haga competitivos en la escuela, para evitar que una Ley Educativa dure más que el ministro que la promulga en el cargo".

Estando de acuerdo -más por convicción que por realidad- con ambas afirmaciones, me llevo un nuevo chasco. No será imposible pasar de la Primaria a la Secundaria con asignaturas pendientes. Se prefiere que el niño suspenda, pero que no se traumatice. Aquello de los "cómodos plazos de felicidad", que cantaba Pablo Guerrero.

El caso es que esa felicidad será breve como un planteamiento defensivo de Zidane. La escuela puede perdonar, pero la vida no, he leído acertadamente en estos días. Me tiento la ropa solo de pensar cuando la generación de los "millenials" asuma responsabilidades de país. ¿Alguien les ha explicado que la vida de adulto consiste en cumplir con unos horarios, ajustarse a un sueldo y sus estrecheces, en bailar con la rutina habitualmente?. ¿De verdad podemos pretender tener un futuro mínimamente decente como colectivo si el 'buenismo educativo' les hipersensibiliza, situándolos en las puertas de la frustración más qué del exito?. No pretendo ser catastrofista, pero preparémonos para una generación de huesos de cristal y antidepresivos por doquier. .

Pero no pasa nada: pasamos no de curso, sino del colegio al Instituto. El niño cree ser feliz, nos vamos de vacaciones y el informe PISA lo capeamos como podemos. Me llama la atención que esto lo maneje Iñigo Mendez de Vigo, a quien le preguntaría si aquello de la "cultura del esfuerzo" sigue presente en el ideario del PP y la Compañía de Jesús. Pero sigamos así, no se preocupen. Seremos capaces de situar Soria en el Amazonas y decir que dos y dos son siete porque alguien ha errado en la elemental cuenta y la culpa es de las matemáticas, creadas para la frustración. O de empezar a hablar del Quijote con un atentado como el que titula este artículo.  El día menos pensado le damos la vuelta a la historia y acabamos descubriendo el fuego y la rueda. Eso sí: con una sonrisa, un peluche y palomitas de maiz. La felicidad, ante todo...

Hen hun lugá de la mansha