Elín ha celebrado esta tarde en las instalaciones de Santa Amelia sus 25 años de funcionamiento en la ciudad. Una cita en la que Paula Domingo, cofundadora de la entidad, ha explicado que el objetivo pasaba por compartir con la gente de la asociación y con sus colaboradores “la alegría de haber podido estar 25 años acogiendo a gente en igualdad, sensibilizando y defendiendo los derechos de las personas migrantes”.
Durante el acto, ha explicado, se va a reflexionar sobre la vida de la asociación y sus pilares y, como no podía ser de otra manera, también se va a celebrar, con música, con comida y con fiesta. Una fiesta a la que han invitado a todas las personas que participan con la asociación pero también a otras entidades con las que se coordinan en Ceuta en su trabajo de acogida de las personas migrantes.
El balance de estos 25 años, ha señalado, además, es “muy positivo”. Así, ha recordado, más de 15.000 personas han sido atendidas por la asociación, creándose relaciones de igualdad, estableciendo un crecimiento juntos, especialmente tras rutas tan peligrosas como las que históricamente han atravesado los inmigrantes que acababan recalando en nuestra ciudad. En el lado negativo queda la sensación de que en todo este tiempo “de cara a la inmigración no se han creado más recursos y una acogida más digna a través de las instituciones públicas”, algo que faltaba hace un cuarto de siglo y sigue faltando hoy.
La inmigración, como bien saben, sigue marcando la actualidad estos días y por eso mismo se ha preguntado a Paula Domingo durante esta fiesta de celebración de los 25 años de Elín. La cofundadora de la entidad ha recordado que “Ceuta es frontera y, normalmente, hay personas que intentan mejorar su vida y pasar, no es una cosa que sea novedosa”. Lo que pasa, ha continuado, es que “cuando hay más intentos de entrada, los recursos son insuficientes y se colapsan”. Es, ha culminado, ni más ni menos, “una situación que se vive cada día en la ciudad de Ceuta”, a veces con mayor intensidad, a veces con menor, algo habitual en los puntos de frontera en los que las diferencias en la calidad de vida son tan desiguales como entre la Unión Europea y el continente africano.
