viernes. 29.03.2024
CORONAVIRUS

Negacionistas ¿por qué?

Con la llegada del coronavirus, un movimiento ha cobrado especial fuerza: el negacionismo. Son personas que cuestionan la esencia misma de la mayor pandemia sanitaria de los últimos cien años, y del mismo modo que nos hemos acostumbrado a manejar vocablos como antígeno, incidencia o inmunidad, lo hemos hecho con otros como "coronatimo", "plandemia" o "nuevo orden mundial". Pero ¿por qué existe el negacionismo y cuales son sus orígenes?. Es la pregunta que hemos planteado a personalidades de distinto ámbito

Esto de la democracia consiste, a fin de cuentas, en aceptar que otros puedan decir lo contrario de lo que piensas. Aunque cueste trabajo admitir determinadas tesis: en tiempos de la mayor pandemia sanitaria que se recuerda, en momentos en los que los muertos se cuentan por millares en nuestro país, un movimiento recorre el mundo a la par que los estragos generados por la COVID-19: el negacionismo. Personas que no es que pongan en entredicho la gestión de los Gobiernos, sino que defienden fervientemente la teoría de la conspiración, de la gran mentira contada a millones con la complicidad de medios de comunicación, dirigentes, grandes corporaciones y poderes ocultos, para sojuzgar a la población mundial y establecer un nuevo escalafón, un nuevo orden. Niegan, en definitiva, la mayor y en algunos casos han llegado a provocar ciertos incidentes por no llevar la mascarilla o en centros de salud.

Teorías las hemos oido todas: desde la que apuntan a la alteración de la frecuencia cerebral para que el ser humano pierda el control de si mismo, a través de la implantación de microchips en las vacunas, hasta un virus creado específicamente para matar a millones de personas (principalmente mayores) y así aumentar la productividad y la pobreza. Y defensores célebres también tiene este movimiento: desde mandatarios como el brasileño Jair Bolsonaro hasta buena parte de los que protagonizaron el asalto al Capitolio estadounidense en la tarde del 6 de enero. En nuestro país, la 'colección' de negacionistas puede ya ser recitada de carrerilla, casi como la alineación de nuestro equipo favorito. Enrique Bunbury, Miguel Bosé (este último, por cierto, parece recular en sus últimas intervenciones), Victoria Abril, Carmen Paris... Gente que forma parte de nuestras vidas, a base de años de trabajo y talento, y que ahora se convierten en portavoces de la negación, de la teoría del "coronatimo". Pero ¿por qué?. ¿Qué piensan personas, en muchos casos con estudios universitarios y una vida más o menos acomodada, para entregarse a esta ceremonia de la conspiración?. No es la intención del firmante lamentarnos del qué sino, insistimos, preguntarnos por qué. Y por ello, hemos consultado a varias personas que, entendemos, tienen voz autorizada.

Desde el punto de vista psicológico, Sonia Cervantes es uno de los rostros más conocidos de la profesión en nuestro país, debido principalmente a sus colaboraciones televisivas en programas como "Hermano mayor". Cervantes admite -y más adelante profundizaremos en ello- que "siempre ha habido negacionistas; incluso hay descerebrados que han llegado a negar el Holocausto". La psicóloga indica que "es un tipo de huida de una verdad que no puedo controlar, una situación a la que no puedo hacer frente. No deja de ser, desde el punto de vista psicológico, un mecanismo de defensa ante una realidad muy complicada, como puede ser una pandemia. También es cierto que detrás del movimiento negacionista se encuentra la pseudociencia, que es el auténtico peligro. Hace muchos años que está aquí, y las autoridades hace tiempo deberían haber puesto freno. Cabe decir que no puede haber negacionistas sin una verdad que negar como no puede haber pseudociencia sin ciencia. Se escapa de mi ámbito de intervención psicológica, pero detrás del movimiento negacionista puede haber factores geopolíticos o económicos".

 

Como bien dice Sonia Cervantes, no es el primer caso en el que varias personas se oponen por sistema a una realidad científica. Bien lo sabe Federico Martinón: es ginecólogo en el Hospital de Santiago, y hace años emprendió una batalla personal contra los que afirmaban que las vacunas contra el virus del papiloma humano generaban autismo. El galeno señala a Ceuta Televisión que "Siento cierto dejavu, pero hay diferencias obvias. La primera y más importante es que cuando empezamos a vacunar contra el virus del papiloma humano hubo un grupo de pseudocientíficos, que se hacían llamar a si mismas científicos e  intelectuales -médicos, catedráticos, enfermeros- que se oponían a la implementación de estas vacunas y firmaron por la moratoria. Siempre ha habido reaccionarios al avance", para los que pide responsabilidades "al menos civiles". Y señala la responsabilidad que tenemos, o hemos podido tener, los medios de comunicación: "Otra cosa es la maldita equidistancia de los medios de comunicación. Es tan absurdo para que nos dedicamos a la ciencia como si hubiese un caso de violencia de género y hubiera un debate sobre si la violencia de género es bueno o es malo. Esto ocurre por la falta de información y de educación. No basta con una campaña de concienciación, sino más información. Hacen falta más mecanismos de control o incluso de castigo cuando profesionales sanitarios no solo no hacen lo que tienen que hacer sino que hacen apología de la ignorancia. Si un profesional, hoy, habla en contra del virus del papiloma humano está completamente anticuado".

 

La referencia del médico a los medios de comunicación no sólo no es gratuita, sino que es necesaria. Porque ¿cual es el papel que tenemos nosotros, los periodistas, en asuntos como este?. Salimos ya del ámbito sanitario y nos vamos a la huella del crimen. Ya recuerdan el eslogan de la célebre serie de televisión: la historia de un país, es la historia de sus crímenes. Y algunos ha habido que han fomentado esto, entre la poca información suministrada por parte de las autoridades y, en otros, por la tendencia al morbo y a la audiencia a costa de todo. Posiblemente, la lista de 'teorías alternativas' sea tan larga como la de la propia historia criminal española. De ahí que nos vayamos a centrar en dos de los que mas han conmocionado a nuestro país en las últimas cuatro décadas.

 

Por ejemplo, el asesinato de los marqueses de Urquijo en su madrileño chalet de Somosierras. Rafael Escobedo Alday, ex yerno de los marqueses, fue considerado culpable "solo o en compañía de otros". Su abogado -entre otros casos célebres-, Marcos García Montes, aporta un dato que quizá no es baladí para reflexionar sobre si el negacionismo 'anida' en el crimen: "es el paradigma del presunto culpable que coincide en el tiempo con la grande serie de televisión Dinastía y Dallas donde se mezclan en una coctelera aristocracia,  dinero, ambición, sexo y prepotencia social". García Montes señala a Ceuta Televisión que " El juicio paralelo de la sociedad tiene en mente la verdad crimen en familia y el juicio rápido resuelto con una sentencia bodrio de un folio de hechos término acuñado la conocida frase “por el solo, o en compañía de otros". Por cierto, que sigue defendiendo la inocencia de Escobedo, ahorcado en el Penal del Dueso (Cantabria) horas después de conceder una entrevista televisiva. "A Rafi le suicidaron", insiste.

 

 

El otro caso, lo habrán podido adivinar, es el de la desaparición de tres quinceañeras en Alcasser (Valencia) en noviembre de 1992. Las tres niñas fueron brutalmente torturadas y violadas hasta su asesinato. Sus cadáveres aparecieron en la finca de La Romana, un remoto lugar cercano a Catarroja. Durante años, Pepe Navarro invitó a diario a Fernando García, padre de una de las menores, y al criminólogo Juan Ignacio Blanco, que no solo no negaron la teoría de la conspiración sino que, en algunos casos, llegaron a deslizar nombres. El 'caso Alcasser' es considerado, 'directo' de Nieves Herrero mediante, como el momento en que nace la telebasura. Joan Manuel Oleaque es profesor de Periodismo en la Universidad Internacional de Valencia y autor de " Desde las tinieblas, un descenso al caso Alcàsser".

 

Considera que "los hechos, en el mundo periodístico actual, son menos relevantes cada día, porque se han equiparado con las opiniones, por muy delirantes que sean, cuando una cosa nada tiene que ver con la otra; además, las opiniones en internet se difunden en redes a través del fenómeno conocido como cámaras de eco, donde los simpatizantes con esas opiniones las visitan y las refuerzan, con las que la persona que las expande tiene la sensación que lo que él o ella dice tiene una enorme penetración; en resumen, esto es pasto para la conspiranoia, por supuesto". El profesor admite que "el caso Alcàsser, ciertamente, fue el primer gran fenómeno de este estilo cuya estela se alarga hasta hoy. Su 30 aniversario será el año próximo, y sigue generando controversia por el enorme poder de todo lo que se dijo en televisión sobre teorías alternativas sobre el triple asesinato, sustentadas, obviamente, en que el autor primordial (Antonio Anglés) huyó y está desaparecido. Recientemente, podemos ver cómo los medios apuestan aún por la conspiración en este asunto, al día siguiente por la versión oficial, y más tarde por las dos a la vez o por ninguna; lo que esto genera es desinformación, en un hecho que, bien tratado, podía haber ayudado a prevenir fallos y grietas en el sistema penitenciario (los dos agresores estaban en busca y captura durante su crimen) y policial (fomentar de algún modo la cooperación entre fuerzas de seguridad nacional e internacionalmente, etc). Sin embargo, mediáticamente se trituró todo, y sigue haciéndose, eventualmente. Sobre todo, sirvió para hacer ver que una conspiración erigida sobre fragmentos de información utilizada de modo sensacionalista, mezclada con suposiciones y hasta delirios con una base supuestamente verosímil, acaba resultando más aceptable de digerir que la realidad dura y seca".

 

Negacionistas ¿por qué?