Si la pasada crisis económica no se sintió con mucha fuerza en las calles de Ceuta, las circunstancias en las que ha llegado la presente a Ceuta hacen que se haya comenzado a vivir con mayor intensidad, incluso que en la península.
La ciudad ya venía muy tocada con las políticas de acoso de Marruecos a Ceuta y Melilla, el cierre de la frontera al paso de mercancías, las dificultades de ambas ciudades para la exportación e importación de bienes y mercancías debido a no estar integradas en la Unión Aduanera, y la distancia con la península, entre otras razones habían provocado una enorme catástrofe en el sector comercial y empresarial en Ceuta, que reclamaba ayuda urgente, políticas nuevas y soluciones que no llegaban.
En medio de estas circunstancias llegó la pandemia y el confinamiento, que terminó de dar la puntilla al comercio local. Varios meses de puertas cerras, ventas a mínimos, gastos que no varían han terminado asfixiando a muchos negocios.
Han sido franquicias como Bijou Brigitte o Mary Paz las primeras en cerrar sus puertas. Otras como Lidl han anunciado descensos en sus ventas de hasta el 70% y ajustes de plantilla o ERTES como consecuencia de ellos. Mercadona, Carrefour o Supersol están incentivando medidas de relocalización de trabajadores, sin llegar al punto de Lidl, de momento.
Este lunes, El Pueblo de Ceuta anunciaba el cierre en septiembre de Pull & Bear, pero solo hay que dar un paseo por las calles más tradicionalmente comerciales de Ceuta para ver letreros de se alquila que delatan los comercios que han cerrado sus puertas. No solo franquicias, sino tiendas de Ceuta “de toda la vida” como Virginia han cerrado.
Y eso solo en el centro, pero la crisis doble de Ceuta afecta a toda la ciudad y las consecuencias, se irán ramificando progresivamente. Estos cierres son solo la punta de un iceberg.
