La promoción de esta apuesta firme de Movistar+ daba, probablemente por los excesos que rodean a la ambientación lujosa, o quizá por la clara y meritoria facilidad que tiene su protagonista para el humor, podría llevar a la falsa idea de que Marbella es una comedia. Y pinceladas no le faltan al proyecto, al descerebrado del principio o a algunas situaciones kafkianas me remito, pero el hecho es que la realidad dista bastante de ser la de una serie de corte ligero de risa facilona. Si tenemos en cuenta que se trata de una propuesta de los mismos creadores de La unidad, trepidante thriller que también les recomendamos desde aquí, por cierto, ya se harán una idea de que este segundo estilo cuadra más con Dani de la Torre y Alberto Marini.
Se trata de seis magnéticos capítulos en los que el misticismo histórico de la ciudad de Marbella, además de aportar el título a la serie, se erige como un protagonista más de una acción que reúne con ausencia de complejos, lujos, excesos, intrigas, corruptelas (¿qué esperaban?), cuidada puesta en escena y entretenimiento garantizado con dosis de adrenalina.
Hugo Silva, actor que ha ido con los años, más que viniéndose a más, demostrando que tenía dentro para ir bastante más allá que los papeles en los que estaba encasillado, protagoniza con convicción y el carisma que requiere, encarnando a un exitoso abogado carente de escrúpulos y relacionado con lo más peligroso del entramado delictivo que se encuentra afincado desde tiempo inmemorial en la Costa del Sol.
Con pocas licencias (quizá esos monólogos rompiendo la cuarta barrera o alguna ligereza más), la trama va desde unos primeros minutos de tanteo por parte del espectador, enseñando su verdadera esencia a medida que avanza el metraje, que la cosa va de thriller en su estado más básico, de ese que no se hace demasiado en España y del que no encontramos algo parecido desde, precisamente, la segunda temporada de La unidad.
Se trata pues, de un explotar el formato y los creadores del formato, más que de explotar el producto, pero explotar a fin de cuentas, algo que funciona mientras aún funcione, práctica tan peligrosa (el agotamiento acaba haciendo arrastrarse) como efectiva por el momento, dando forma a esta nueva serie que, además de los elementos de éxito mencionados, hay que añadir el buen hacer de unos secundarios lúcidos (y lucidos, permítase el juego de palabras), y la estética detallista y exuberante que reivindica a gritos que Marbella, para bien y para mal, tiene la cualidad de no caer en decadencia, a pesar de mucho y muchos, y también de no pasar de moda, precisamente también gracias a esos muchos.
Se trata en general de una serie más realista de lo que uno pueda pensar tras ver las primeras excentricidades, y altamente entretenida para ser digerida. Si Jesús Gil levantara la cabeza…
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]